Redactado por: Hermanas del Centro Educativo San Francisco de Sales

«Al forastero que reside junto a vosotros, lo miraréis como a uno de vuestro pueblo y le amarás como a ti mismo» (Levítico 19,34).

Unas 140 personas, entre venezolanos, colombianos, peruanos y ecuatorianos, son atendidos diariamente en el Comedor de las Hermanas Salesias en Ibarra, provincia de Imbabura. El comedor con tal ya existía hace muchos años, a partir de la afluencia de ciudadanos venezolanos, se abrió a la acogida de extranjeros. Hoy en día, con la situación del confinamiento por el covid-19, se hace más notoria la presencia de los emigrantes. Cuenta con el apoyo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), la Agencia de la ONU para los Refugiados y la generosidad de varias personas sensibles ante la realidad que viven los emigrantes y refugiados. Con el confinamiento por el Covid-19

Por el servicio de acogida que se brinda, el comedor es considerado como un ejemplo de integración porque está dirigido a personas en condición de movilidad y ecuatorianos en situación de vulnerabilidad. Brigee Ortiz, es una de las beneficiadas. Llegó a Ecuador con sus dos hijas hace tres años. La mujer no ha tenido oportunidad de conseguir un empleo formal, por lo que subsiste con la venta de confites. Comenta que el desayuno que recibe es la comida que la sostiene en el día y le permite dedicar más tiempo para laborar con su hija pequeña de cinco años. Expresa sentirse en casa cuando llega al comedor, cree que no hay distinción entre ellos, más bien solidaridad e integración. El ecuatoriano, Manuel Morales, es otro de los beneficiarios, comenta que la comida es deliciosa, se siente a gusto cuando llega al comedor, durante este tiempo ha podido conocer a otras personas.

De acuerdo a las normas de distanciamiento social sugerida por las autoridades sanitarias. En el comedor van ingresando grupos de 20 personas. Los beneficiados aguardan su turno, con la expectativa de saber cuál es el menú del día.

Sobre todo, en este lugar, se brinda acogida, presencia y cercanía, siguiendo el modelo de Jesús mismo que se presenta como inmigrante. Mateo muestra la infancia de Jesús y a la Sagrada familia bajo una primera y cruenta experiencia de emigración forzosa. (Mateo 2,14-15).

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