Formación permanente
La formación es una exigencia propia de la vida consagrada. El Padre plasma en nosotras la imagen del Hijo, a través de la acción del Espíritu. Mediante el proceso vital de la formación la persona se convierte al Verbo de Dios hasta las profundidades de su ser. Aprende a discernir los signos de su presencia en la propia vida y en la realidad del mundo y a mantener vivas las motivaciones en el seguimiento de Cristo. (RdV. 54).
La formación involucra toda la persona, tanto en sus comportamientos como en las intenciones, para una adhesión gozosa y convencida al carisma salesio.
La misma comprende ámbitos interdependientes: humano, espiritual, doctrinal y profesional, en un proceso formativo atento a los caminos personales e integrado en el itinerario global del Instituto. “Los grandes proyectos se realizan sólo a fuerza de paciencia y de mucho tiempo” (RdV. 55).
Construimos la comunidad fraterna animada por el Espíritu Santo, cimentada en la Palabra de Dios, la Eucaristía y la oración en común para un servicio corresponsable según el estilo Salesio.