La vida consagrada se nos regala como una oportunidad para renovar nuestra opción y recrear el don de nuestra vocación al seguimiento de Cristo.

Por ello doy gracias al Señor por tener este detalle de llamarme con un amor de predilección, por cuidar de mi como a las niñas de sus ojos. Gracias por extender la mano y guiarme hacia esta mi familia Salesia, por ser mi camino y felicidad.

Doy gracias a cada uno de mis superiores, a las maestras y mis hermanas de comunidad, por acogerme definitivamente y beber de su fuente y espiritualidad, gracias por el acompañamiento humano y espiritual que recibí en este tiempo de formación inicial para dar respuesta con mi entrega definitiva al Señor.

Gracias por mis padres que me dieron la vida y me supieron educar, por ser mi apoyo en todo momento, por darme fuerza, valor y ejemplo para luchar.

A cada uno de ustedes que me acompañan les digo gracias por compartir conmigo esta alegría.

Me encomiendo a sus oraciones, para seguir respondiendo al Señor con fidelidad y renovar mi Sí cada día, haciendo las cosas ordinarias de manera extraordinaria. Gracias infinitas.

 

Con cariño y afecto

Sor Martha Acosta.

CategoryEspiritualidad