Perú
“El amor de Cristo nos apremia”, convertimos nuestra vida a las exigencias del Evangelio (RdV # 60).
Comunidad de Mochumi
El departamento de Lambayeque, Perú, se encuentra ubicado en el norte de la costa peruana. Su capital es Chiclayo, situado al noroeste del país; limita al norte con Piura, al este con Cajamarca, al sur con La Libertad y al oeste con el Océano Pacífico. Tiene una población estimada de 1´260,650 habitantes (INEI, 2015).
Monseñor Jesús Moliné Labarta, obispo de la Diócesis de Chiclayo, solicita una comunidad de hermanas religiosas para el Distrito de Mochumí y, al cumplirse 40 años de la presencia salesia en Ecuador, madre Flora Dalla Poza, Delegada en el país, acoge esta invitación como signo de llamada a continuar con el anuncio misionero.
El 15 de febrero de 2003 reciben el crucifijo de envío: sor Blanca Lima, sor Teresa Fuentes, sor Mirian Trejo y sor Patricia Caicedo. Las hermanas fueron acogidas con alegría por la comunidad cristiana y el párroco P. Félix Fiestas Martínez, el 24 de febrero de 2003.
Hoy en día, la tarea de las salesias se enfoca a la pastoral parroquial, catequesis, animación de los grupos parroquiales, visita a las campiñas (comunidades), comunión a los enfermos, pastoral juvenil y otras actividades, según la necesidad.
Además, la comunidad presta su servicio en el ámbito escolar, con la Institución Educativa Particular “San Francisco de Sales” (Inicial), que acoge a niños párvulos para ofrecerles educación humana y cristiana.
Comunidad de Santa Cruz, Parroquia La Inmaculada
Vista la necesidad de que las hermanas radicadas en Mochumí, cuenten con otra comunidad salesia, que les diera la oportunidad de compartir experiencias fraternas de apostolado, los Superiores, con sor Paola Contin como Madre General, solicitan a Mons. Jesús Moliné Labarta, entonces obispo de Chiclayo, la apertura de otra comunidad cercana a la ya existente, pedido que Monseñor acoge gustoso para que se instale en el distrito de Catache; lamentablemente, por la ausencia de un sacerdote en ese lugar, escogen Santa Cruz, que civilmente pertenece al departamento de Cajamarca y eclesiásticamente a Chiclayo.
Parten a Mochumí, desde Casa Leonati, en Ibarra, con sor Blanca Lima, Delegada en ese entonces: sor Cecilia Andrade, sor Laura Cerón y como acompañantes la señora Hortensia Flores, hermana de sor Laura y sor Gloria Lucero. Llegadas a su destino, se trasladan a Santa Cruz, el 6 de septiembre de 2013. La nueva comunidad queda conformada entonces por: sor Cecilia Andrade, Superiora, sor Laura Cerón y sor Verónica Leiton, quien ya radicaba en la casa de Mochumí.
Monseñor Jesús Moliné Labarta bendijo el inicio del trabajo misionero de las hermanas, el 8 de septiembre de 2013, día de la Natividad de la Virgen María, con la celebración de la Eucaristía y posterior procesión con el Santísimo, hasta la residencia de la nueva comunidad. El señor Obispo quiso dejar ahí la presencia real de Jesús Sacramentado, para que Él sea la fuerza y consuelo en esos momentos, donde las hermanas tenían sentimientos encontrados: dolor por dejar la patria y alegría por llegar a un nuevo lugar de misión.
Con la gracia de Dios, enseguida lograron entrar en contacto con los miembros de la comunidad, quienes manifestaban que la presencia de las misioneras era una bendición de Dios, por el apostolado que habían manifestado realizar; sin embargo, día a día iban descubriendo la realidad: gente sencilla pero muy pobre, gente necesitada de Dios e invadida por las sectas que habían proliferado. El trabajo se venía complicado.
Las hermanas expusieron al párroco, P. Ricardo Yezquen y al vicario Juan José Castillo, sobre las distintas actividades pastorales: misión al campo, comunión a los enfermos, catequesis, jóvenes, infancia misionera, pastoral social con adultos mayores, etc. Padre Ricardo había demostrado complacencia pero a la vez dificultad para entender cómo se realizaba las misiones en el campo, porque no tenía experiencia en ese aspecto; por su parte, Monseñor pedía a las hermanas insistir ante el párroco el inicio de la misión, y empezaron.
El párroco se encarga de conocer la necesidad espiritual de cada comunidad y envía a las misioneras a evangelizar, de diez a quince días, donde comparten la fe y la Palabra de Dios; realizan también la preparación para los sacramentos. Aprovechan de esos espacios para saber y acoger la realidad cultural de cada lugar, lo que enriquece el carisma salesio (Testimonio de sor Cecilia Andrade, 2018).